viernes, 25 de enero de 2013

¿CÓMO COMENZÓ?


Érase una vez, una princesa pura e inocente, su nombre era Luciana. Ella se fue a una fiesta de diferentes reinos y conoció al príncipe Joaquín. Luego de conversar por mucho tiempo, él la invito a bailar. Mientras bailaban ella sintió que se elevaba por los cielos, se sentía feliz. Sabía que el momento en el que él le iba a proponer vivir felices para siempre estaba apunto de llegar, puesto que cada vez se acercaba más al palacio aéreo de la alegría. Pero de repente, cuando estaban lo más alto posible, el príncipe la dejó caer. Ella cayó hasta que chocó contra el piso. Joaquín la observó por mucho tiempo, pero no mostró compasión.

Él decidió que sería mejor escoger a otra princesa. La princesa Malania. Ella lo aceptó y también bailaron. A diferencia de Luciana, Malania sí llego al palacio de la alegría con Joaquín. Todo esto sucedió mientras Luciana los veía y creaba un campo de fuerza para no sufrir en caso de otras caídas.
Tiempo después, Luciana conoció al príncipe Leonard. El también intentó llevarla al palacio de la alegría, pero a cambió le pido a Luciana que le otorgue su don más preciado: La flor de su inocencia.  Leonard se ganó la confianza de Luciana rápidamente, así que ella aceptó entregársela.  Ambos continuaban flotando entre danzas y Luciana ya se estaba recuperando. Sin embargo, el príncipe Leonard también la dejó caer. El campo de fuerza se hizo más fuerte.

La princesa Luciana empezó así una vida contraría a la anterior. Comenzó a entregar su flor a distintos príncipes, más no su alegría. Ella entendió que su felicidad no debería depender de nadie más y que ella podía llegar al castillo sola. O eso creía.   

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